El grupo avanzó con determinación hacia el Nivel de Tepectli Monamictlan, el Reino de los Cerros que se Juntan. La tierra temblaba bajo sus pies mientras se acercaban a las imponentes montañas que amenazaban con triturar cualquier intruso que se atreviera a pasar por entre ellas. El rugido constante de las colisiones de los cerros llenaba el aire, creando una sinfonía aterradora de choques y estruendos.
Tepeyollotl, el dios de las montañas, los ecos y señor de los jaguares, gobernaba este lugar implacable. Su presencia se sentía en cada sacudida del suelo y en el eco ensordecedor que resonaba a través de las gargantas de las montañas.
Tepoz, el xoloitzcuintle guía, se mantuvo al frente del grupo, sus ojos fijos en el estrecho pasaje entre los cerros. Era esencial calcular el momento exacto para cruzar antes de que las montañas chocaran nuevamente. Los viajeros avanzaban con precaución, sus corazones latían al ritmo del peligro inminente.
Juan – (mirando hacia arriba, impresionado por la magnitud de las montañas) comenzó la charla – Esto es impresionante, pero también aterrador. Tenemos que estar en perfecta sincronización para atravesar este lugar.
Natalia – (observando los cerros chocando entre sí). – Definitivamente, no podemos permitirnos un error aquí. Cada paso debe ser preciso.
Miguel – (apretando la empuñadura de su bastón) – Mantengamos la calma y sigamos el ritmo de Tepoz. Él nos guiará en el momento adecuado.
Tepoz, con su aguda percepción y agilidad, lideró al grupo a través del paso angosto. Esperaron el momento justo cuando los cerros se alejaron lo suficiente para permitir un paso seguro. Cada segundo se sentía como una eternidad mientras se acercaban al punto crítico.
La tensión en el aire era palpable cuando finalmente dieron su primer paso entre los cerros. El estruendo de las montañas chocando resonó en sus oídos, y el suelo tembló bajo sus pies. Con determinación y concentración, avanzaron, siguiendo los movimientos precisos de Tepoz.
De repente, un rugido atronador indicó que los cerros estaban a punto de chocar. El grupo apretó el paso, sintiendo la presión del tiempo en su contra. El suelo se sacudía con más fuerza, y las rocas caían desde las laderas de las montañas.
Natalia – (gritando sobre el estruendo) – ¡Rápido, no tenemos mucho tiempo!
Miguel – (sujetando a Juan mientras avanzan) – ¡Mantén el ritmo, Juan, estamos casi allí!
Juan – (respirando profundamente, concentrado) – ¡Vamos, solo un poco más!
Con un esfuerzo final, el grupo emergió del pasaje justo cuando los cerros chocaban con un estruendo ensordecedor. Sintieron el viento agitado por la fuerza del impacto, y las rocas caídas quedaron atrás. Estaban a salvo, al menos por el momento.
Tepoz, quien había liderado con valentía, también emergió ileso del paso peligroso. Miró al grupo con una expresión de alivio, sus ojos transmitiendo gratitud por haber atravesado con éxito Tepectli Monamictlan.
Juan, Miguel y Natalia tomaron un momento para recuperar el aliento y agradecer a Tepoz por su guía experta. Sabían que, en este reino gobernado por Tepeyollotl, habían enfrentado un desafío monumental. Pero estaban un paso más cerca de su objetivo, un paso más cerca de encontrar el artefacto sagrado y proteger su cultura prehispánica.
Con el eco de los cerros que se desvanecía a sus espaldas, el grupo continuó su viaje, preparados para enfrentar cualquier obstáculo que el Mictlán les presentara a continuación. Unidos por la valentía y la determinación, avanzaron hacia el siguiente nivel, listos para descubrir lo que les esperaba en este viaje trascendental.
Justo cuando el grupo creía haber superado con éxito el paso entre los cerros, un estruendo ensordecedor resonó a su alrededor. Las montañas, que parecían tan inamovibles, comenzaron a temblar con una intensidad aterradora. La tierra vibraba bajo sus pies mientras las laderas de los cerros se sacudían, y rocas y escombros caían en cascada desde las alturas.
De las sombras de las montañas surgió una figura imponente. Tepeyollotl, sus ojos centelleaban con una luz dorada, y su voz resonaba como el retumbar de un trueno.
Tepeyollotl – (con voz poderosa) – Intrusos audaces que osáis desafiar el Reino de los Cerros que se Juntan. ¿Qué os trae a mi dominio, mortal?
Juan – (arrodillándose con respeto) – Somos viajeros en busca de un artefacto sagrado que puede cambiar el curso de la historia. Hemos llegado aquí con respeto y humildad, y hemos superado los desafíos de este reino.
Natalia – (manteniendo su mirada en Tepeyollotl) – Hemos venido para preservar y proteger la magia y mitología prehispánica de nuestra cultura. No tenemos intenciones de ofender ni desobedecer a los dioses.
Miguel – (con una voz firme) – Pedimos su guía y bendición, gran Tepeyollotl, para seguir adelante en nuestra misión.
Tepeyollotl observó al grupo con escrutinio, su mirada penetrante parecía examinar sus almas. Luego, después de un prolongado silencio, habló de nuevo.
Tepeyollotl se dirigipo a ellos – Vuestra valentía y determinación son notables. Pocos se atreverían a cruzar este reino y enfrentar mis pruebas. Pero habéis demostrado respeto por la tierra y por los dioses. Os concedo mi bendición y permiso para avanzar en vuestro viaje.
El grupo respiró aliviado al escuchar las palabras de Tepeyollotl. Sabían que habían ganado el favor del dios de las montañas, y esto les daría la fuerza y la protección necesarias para continuar.
Gracias, gran Tepeyollotl. Prometemos honrar esta bendición y continuar con respeto por los dioses y la tierra. – Agradeció Juan al Gran Guardián.
Su generosidad no será olvidada. Seguiremos con humildad y gratitud. – Natalia inclinó la cabeza en señal de gratitud.
Continuaremos con la determinación de cumplir nuestra misión y proteger nuestra cultura prehispánica. – Miguel se dirigió con resolución.
Tepeyollotl asintió en señal de aprobación y desapareció entre las sombras de las montañas. El grupo se sintió fortalecido y renovado, sabiendo que tenían la bendición del dios de las montañas mientras avanzaban hacia el siguiente nivel del Mictlán.
Con un sentido de propósito y gratitud en sus corazones, continuaron su viaje, listos para enfrentar lo que les esperaba en este mundo mágico y peligroso. Unidos por su valentía y la bendición de Tepeyollotl, avanzaron hacia su destino final con confianza y determinación.
***
El grupo, con la bendición de Tepeyollotl, continuó su viaje con determinación. Mientras avanzaban, una vez más, la figura imponente del dios de las montañas se materializó ante ellos. Esta vez, su presencia era menos amenazadora, y su voz resonaba con una mezcla de solemnidad y respeto.
Tepeyollotl con su voz profunda) advirtió a los muchachos – Hasta aquí habéis llegado en vuestro viaje, valientes exploradores. El próximo nivel del Mictlán es el más peligroso y desafiante de todos. Se conoce como Tamoanchan, el lugar de los árboles altos.
¿Qué podemos esperar en Tamoanchan, gran Tepeyollotl? – preguntpo Juán
Sabemos que este viaje es peligroso, pero estamos dispuestos a enfrentar cualquier desafío. – se dirigió Natalia a Tepeyollotl
Tepeyollotl prosiguipo con la advetencia – En Tamoanchan, encontraréis a los guardianes de los antiguos árboles y la magia de la naturaleza. Son seres poderosos y sabios que protegen este reino con ferocidad. Pero también son guardianes de conocimientos ancestrales y secretos que podrían ser de gran valor para vuestra misión.
¿Cómo podemos acercarnos a estos guardianes? ¿Qué debemos hacer para obtener su ayuda? – preguntó Miguel
Mostrad respeto por la naturaleza y su equilibrio. Sed humildes en vuestros tratos con los guardianes y buscad aprender de su sabiduría. Recordad que sois intrusos en su reino, pero vuestra valentía y determinación pueden ganaros su respeto. – Respondió Tepeyollotl
Apreciaremos su consejo y buscaremos aprender de los guardianes de Tamoanchan.- se dirigió Juan al Gran Guardían
Tepeyollotl con una mirada comprensiva les comentó – Vuestro valor y respeto por los dioses y la naturaleza son notables. Que vuestro camino en Tamoanchan esté marcado por la sabiduría y la armonía. Que los antiguos árboles os guíen hacia vuestro objetivo.
Con estas palabras, Tepeyollotl se desvaneció una vez más, dejando al grupo con un sentido renovado de propósito y responsabilidad. Ahora, sabían que el siguiente nivel del Mictlán sería un desafío como ningún otro, pero estaban listos para enfrentarlo con respeto y humildad.
Con la bendición y el consejo de Tepeyollotl en sus corazones, avanzaron hacia Tamoanchan, el lugar de los árboles altos, donde los guardianes de la naturaleza les aguardaban con secretos y desafíos por descubrir.
Continuará…
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