El hombre no puede obtener nada sin primero dar algo a cambio. Para crear, algo de igual valor debe darse a cambio.
El principio de equivalencia es el principio físico de la relatividad general y de varias otras teorías métricas de la gravedad. El principio afirma que: «un sistema inmerso en un campo gravitatorio es puntualmente indistinguible de un sistema de referencia no inercial acelerado».
Este principio fue utilizado por Albert Einstein para intuir que la trayectoria de las partículas en caída libre en el seno de un campo gravitatorio depende únicamente de la estructura métrica de su entorno inmediato o, lo que es igual, del comportamiento de los metros y los relojes patrones en torno suyo.
Se traduce en que para conseguir algo de una determinada masa y composición, se ha de partir de esos mismos materiales en cantidad y proporción, de tal forma que la reacción se limita a cambiar la forma en que están ordenados.
Es una ley que cumple perfectamente el principio de la navaja de ockham. Dadas dos soluciones para un fenómeno, la más simple es preferible. Sería muy fácil pensar que hecha una acción, la reacción lógica y a la vez sencilla sería recibir algo del mismo valor a cambio…solo hay un pequeño problema, que no es realmente una ley científica.
Está ley se encuadra dentro de lo que se conoce como la alquimia, una doctrina que mediante el estudio de fenómenos químicos pretende el descubrimiento de los elementos constitutivos como el universo, o la eterna juventud.
Dentro de la alquimia, uno de los elementos principales, y en los que se basa gran parte de su doctrina es en el fenómeno que se conoce como transmutación.
La transmutación es la conversión de un elemento químico en otro. De esta forma los alquimistas, en un primer momento fueron capaces de transmutar metales, siendo el primero de ellos Ernest Rutherford en 1919. Pero la simple transmutación de metales es solo un paso en el camino de esta doctrina, pues lo que se busca a través de ella, se creía que se podría generar cualquier tipo de elemento, y entre otras cosas, dar origen al elixir de la eterna juventud (o elixir de la vida).
La Navaja de Ockham
La navaja de Ockham es un postulado desarrollado por el fraile Guillermo de Ockham. Lo que muestra este postulado es que cuando nos encontramos ante un problema o interrogante, la solución más simple es la correcta.
La frase literal que acuñó fue “Pluralitas non est ponenda sine necessitate”, cuya traducción es “la pluralidad no se debe postular sin necesidad”. Es decir, no hay que exponer muchas respuestas, soluciones y variables si esto no es necesario, ya que generalmente la explicación causa-efecto es más sencilla.
Matemáticamente, estos principios se describen mediante un conjunto de ecuaciones que explican el comportamiento de los sistemas termodinámicos, definidos como cualquier objeto de estudio (desde una molécula o un ser humano, hasta la atmósfera o el agua hirviendo en una cacerola).
Las Leyes del Karma
En términos filosóficos se refiere a la primera ley del karma, ya que todo lo que hagas te será devuelto y viceversa de forma equivalente, pues debe haber una conexión con las leyes físicas, el universo está en ese ciclo infinito de intentar estar en equilibrio pero siempre tendrá tendencia a desequilibrarse.
Dentro de tradiciones religiosas como el budismo y el hinduismo, el karma se entiende como un principio universal de a partir del cual todas tus acciones tienen una consecuencia equivalente. De acuerdo con la tradición budista, el karma no se desprende de la existencia de un dios que juzga y castiga los actos, sino de una fuerza cósmica que tiende a la compensación y la armonía.
Así, el karma es el juez de nuestros actos, la energía transcendente e invisible que se deriva de nuestros comportamientos y que va acumulando consecuencias y pagos conforme a ellos. Las leyes del karma nos dicen en esencia que las fuerzas que pusimos en movimiento hace diez minutos o hace diez vidas volverán a nosotros.
“¿Existe una máxima que debería ser la base de las acciones que uno toma a lo largo de su vida? Seguramente es la máxima de la compasión: no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”.
Confucio
Hablaremos sólamente de la primera ley…
Las Primera Ley del Karma
Hemos crecido con esta ley muy presente aunque no lo sepamos. De hecho, algunos expertos han asociado la ley de causalidad universal con ésta ley del karma.
Según ella, aquello que sembremos es lo que cosecharemos. Lo que ponemos en el Universo es lo que vuelve a nosotros. La energía negativa enviada a otros volverá de nuevo a nosotros, pero eso sí, 10 veces más potente. El karma es el juez de nuestros actos que nos ayuda a reflexionar sobre nuestros sufrimientos.
Así, y dejando a un lado este enfoque espiritual, dicho principio cuenta con una gran correspondencia psicológica. Pensemos, por ejemplo, en ciertas dinámicas comportamentales. En ese padre autoritario, en esa madre controladora, o en ese amigo que traiciona o escampa rumores. El efecto de todos estos actos es evidente en muchos casos: la distancia, el necesitar dejar a un lado ese foco que en un momento dado nos dio solo sufrimiento e infelicidad.
Por lo tanto, la última vez que vayas a pedir un favor, recuerda todo lo que aquí se mencionó y ten siempre en mente que «El hombre no puede obtener nada sin primero dar algo a cambio. Para crear, algo de igual valor debe darse a cambio… aquello que sembremos es lo que cosecharemos «
«Que el universo los colme de sabiduría y el creador de grandes bendiciones»
Soy Agnatys Zahri para Grupo Editorial Phoenix Diurna y La Cofradía